ILUSIONES ROTAS

El fin de semana del 21 de abril, Madrid quedó inundada de sevillistas que poco a poco iban ocupando las calles y plazas de la ciudad.

Unos llegaron en autobús, otros lo hacían en coches particulares y nosotros los miembros de nuestra Peña lo hacíamos en tren.

De buena mañana la Estación de Santa Justa se vistió de los colores rojo y blanco, bufandas, banderas y otros distintos  dónde se apreciaba las ganas y la esperanza puesta en ese breve fin de semana que había hecho llegar a nuestro equipo muy cerquita de la cima.

Ligeros de equipaje, pero con muchas ganas para pasar unas treinta horas disfrutando hasta que llegara la hora del partido.

Durante el viaje se oían algunos comentarios sobre el mismo, todos sabíamos que era difícil, pero no imposible.

El tiempo era el mismo para los dos equipos, y no sería la primera vez que las ganas, la fuerza y el empuje de la afición nos harían llegar a lograr la victoria.

La primera parada en la capital fue en las cercanías de La Plaza Mayor, donde permanecimos un tiempo para tomar algo hasta la hora del almuerzo.

El ambiente que nos rodeaba era bonito, seguidores de las dos aficiones se hacían notar con sus cánticos y haciendo fotos para recordar el momento.

A la hora acordada nos dirigimos al hotel para ocupar nuestras habitaciones y dirigirnos a degustar el típico cocidito madrileño. El restaurante estaba preparado para la ocasión, con música de sevillanas y haciéndonos sentir que todos los allí presentes sentían nuestros colores, aunque sólo fuera por ese día. Familias que almorzaban en el mismo nos deseaban suerte y se unían a nosotros en el momento que sonó el himno del Centenario y todas las voces se unieron al tiempo que hacíamos enarbolábamos nuestras las bufandas de nuestro equipo.

Todos disfrutamos de los ricos manjares que nos sirvieron y nos llenábamos de energía para el resto de la jornada.

De allí nos encaminamos a la “fan zone” lugar donde nos encontramos con otros  familiares y amigos que al igual que nosotros se preparaban  para en pocas horas animar al equipo. La ilusión seguía creciendo y todos esperábamos con ansia el momento en que empezara el partido.

Con tiempo suficiente cada grupo se fue encaminando al Metropolitano para acceder a nuestras localidades ya que no estábamos unos cerca de los otros.

Antes de entrar repartían banderitas de España, para que en el momento de oír el himno nos sumáramos con ellas a la simbología que representaba.

Tuvimos que pasar distintos controles antes de llegar a ocupar nuestras localidades. Como era temprano hicimos fotos para inmortalizar la que esperábamos iba a ser una gran noche.

Poco a poco el campo se iba llenando con las dos aficiones y el ambiente y colorido eran impresionantes. Los prolegómenos del partido fueron también dignos de ser vistos y guardarlos como recuerdo de una bonita noche.

Cuando llegó Su Majestad el Rey se oyó el himno de España, entre los esperados y no deseados pitos de los de siempre, pero minimizados por el tarareo y el blandir de las banderas que muchos de los allí presentes llevábamos.

Todos estábamos expectantes hasta  que el árbitro pitó el comienzo del partido. Animamos al equipo para con nuestros cánticos y aplauso llevarlos hacia la portería contraria, pero poco a poco toda la ilusión se iba perdiendo. El rival era superior, pero nuestro equipo no luchó como debía.

El reloj parecía que se había detenido y que aquel desastre no iba a terminar nunca. Por fin se acabó la pesadilla y desilusionados nos encaminamos al autocar para volver al hotel.

La distancia que recorrimos desde el estadio al autobús también se hacía larga. Todos los aficionados que unas horas antes cantaban y vitoreaban al equipo estaban decepcionados, no sólo por haber perdido sino por no haber competido en ningún momento con El Barcelona.

Cansados de todo el día entramos en el hotel dispuestos a descansar y pensar que aquello había sido sólo una pesadilla.

A la mañana siguiente después de desayunar emprendimos el viaje de vuelta a Sevilla.

Las ilusiones rotas hay que recomponerlas y pensar que la afición nunca se rinde.

¡Ánimo sevillistas! ¡Y hasta la próxima!

Mª Rosa Ordóñez Vargas