La segunda parte no modificó demasiado el guión inicial, con un Bayern que prefería no volver loco el partido y un Sevilla que requería una versión más vertical de Banega y sobre todo de Franco Vázquez. Atrás, seguía el trabajo duro para los laterales con un sobrio Jesús Navas, que se fajó con Ribery hasta que el francés fue sustituido. Montella movió piezas pasada la hora de partido dando entrada a Muriel por Ben Yedder, justo el cambio inverso al que modificó el guión en Manchester. Sin embargo, el que gozó de la ocasión más clara del partido fue Correa. Fue en una falta lateral botada por su compatriota Banega, que el ex de la Sampdoria cabeceó estrellando el balón en el larguero.
Ben Yedder dejó su sitio a Muriel, el cambio inverso al que cambió el guión de la eliminatoria en Manchester
Quedaban minutos, pero esa distancia de seguridad de dos goles era muy beneficiosa para los teutones, dispuestos a dar el golpe casi definitivo en alguna contra. Robben fue uno de los más ofensivos, pero a banda cambiada lo tuvo siempre muy difícil para ponerse de gol ante la presión de Escudero. En esas Montella sacó a Sandro, que percutió en varias ocasiones, pero el necesario primer gol no acababa de llegar. Ya en la recta final, cuando la situación se tornaba prácticamente imposible, el protagonismo pasó a la grada, cuando los casi 3.000 sevillista entonaron su himno ante un respetuoso silencio del público local.
Quedaba el descuento, que se empañó con un rifi rafe que le costó una excesiva roja directa a Correa, y es que el escocés William Collum pecó de una clara diferencia de criterio a la hora de mostrar las amonestaciones. Al final, un empate para estar orgullosos en una de las plazas más difíciles del fútbol europeo y que pone punto y final a una brillante Champions del Sevilla, con el indudable sueño de volver lo antes posible a la mejor competición del mundo.
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